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Forestal del grupo Angelini proyecta producir en 2015 la energía equivalente a 1,5 veces Ralco

16/05/2012

  • La compañía posee en la actualidad nueve unidades generadoras: siete de biomasa forestal y dos a diésel. Hoy cuenta con una capacidad excedente de 195 MW, lo que podría alimentar con electricidad a 90.000 hogares, una cifra similar a la que existe en San Antonio o en la comuna de La Cisterna. En 2011 vendió electricidad por US$ 105 millones al mercado spot, a través de su filial Arauco Bioenergía.

Fuente: El Mercurio

Santiago, Chile. 16 mayo, 2012. Arauco se está transformando en un proveedor de energía renovable no convencional cada vez más importante para el Sistema Interconectado Central (SIC), que une Taltal con Chiloé. Y su crecimiento lo ha hecho inyectando a la red energía proveniente de la biomasa forestal.

El año pasado, la empresa forestal perteneciente al grupo Angelini generó 2.632 GWh, en su gran mayoría a partir de residuos madereros. El 20% de esta energía (541 GWh) la vendió al mercado spot en US$ 105 millones, a través de su filial Arauco Bioenergía. Y no es primera vez que lo hace: en 2010 comercializó otros 640 GWh.

Con la puesta en marcha durante el segundo trimestre de este año del proyecto de ampliación del aserradero Viñales, cerca de Constitución -que incluye una nueva caldera-, la capacidad instalada de Arauco llegará a 605 MW, equivalente a la suma de las centrales hidroeléctricas Pehuenche y Loma Alta, de Endesa.

Esta compañía forestal ha tomado la delantera en el desarrollo de generación eléctrica a partir de desechos madereros, pero las otras dos empresas líderes del sector también han realizado avances en el mismo sentido. De hecho, Masisa creó la filial Masisa Ecoenergía en 2010 y un año después, lo hizo CMPC con Bioenergías Forestales.

Por definición, las plantas de celulosa son cogeneradoras -producen tanto energía eléctrica como térmica- y autosuficientes. Una fábrica de pulpa no compra energía al sistema, salvo cuando inicia sus operaciones, y luego se autoalimenta del propio proceso. Sin embargo, las compañías forestales sí requieren de energía para fabricar madera aserrada, papeles, cartones y paneles, entre otros.

Con el fin de cubrir estas necesidades han desarrollado calderas que utilizan el aserrín, las virutas, trozos de madera y ramas, para generar energía eléctrica y térmica que vuelven a utilizar en su propia producción. “Es una trilogía perfecta”, dice Alejandro Pacheco, consultor eléctrico.

Los modelos de desarrollo son distintos, dependiendo de la empresa. Arauco ha logrado ser autosuficiente en materia de energía eléctrica, en tanto que CMPC tiene limitaciones debido a la naturaleza y diseño de sus procesos industriales y Masisa ha optado por vender su producción eléctrica al SIC y comprar todo lo que consume.

“En los años 90 entramos a negocios como la madera aserrada, tableros y plantas de manufacturas, entre otros. Estas unidades se instalaron en complejos industriales con el fin de generar demanda de energía y, al mismo tiempo, producir residuos y subproductos que pudiéramos quemar”, explica Charles Kimber, gerente de Asuntos Corporativos y Comerciales de Arauco. “Por lo tanto, al contrario de lo que hizo CMPC, las plantas de celulosa fueron acompañadas de calderas de poder donde quemamos esta biomasa forestal”.

“Las calderas de poder se pueden operar con petróleo -aclara Kimber-, pero optamos por la biomasa forestal porque teníamos la masa crítica para hacerlo y los bosques necesarios para proveer a las plantas a una distancia adecuada”.

En la actualidad, cuentan con un total de siete unidades a biomasa y dos a diésel.

La planta de Viñales es un indicio de la apuesta de Arauco en el negocio eléctrico. Junto con ampliar la línea del aserradero, se construyó esta caldera de cogeneración que tiene una capacidad de 40 MW, con un costo de US$ 105 millones. La mayor parte de la producción de energía, 31 MW, se destinará al SIC.

Pero lo significativo viene con el plan de inversiones de la compañía al 2015. La empresa contempla en la provincia de Arauco una nueva línea de producción de celulosa en la actual planta Arauco, un parque eólico con 41 aerogeneradores con capacidad para producir entre 82 y 123 MW -ubicados en la zona alta de Tubul- y una planta de generación eléctrica de biomasa de 200 MW, dentro del complejo forestal industrial Horcones.

De concretarse este proyecto de US$ 2.300 millones, implicaría que Arauco “tendrá una capacidad de 1.000 MW y la mitad abastecerá al SIC”, estima Kimber. En la actualidad, tiene una capacidad excedente de 195 MW, que equivale a abastecer 90.000 hogares; esto es, del tamaño del puerto de San Antonio o la comuna de La Cisterna.

Camino de veinte años

Llegar a esta etapa les ha tomado entre 15 a 20 años. “Aquí se armó un negocio que tiene un impacto ambiental positivo”, dice Kimber.

Los proyectos sustentados en la biomasa forestal cuentan con una serie de ventajas, como maximizar el valor del bosque, reducir costos, generar independencia energética, desarrollar operaciones carbono neutral y también fomentar la responsabilidad social.

Pero se corren algunos riesgos: hay que lograr un abastecimiento de desechos madereros continuo y la logística necesaria es compleja; se trata de obras de ingeniería mayor; se requiere de mano de obra calificada; son inversiones caras; y cuando la energía se coloca en el mercado spot se pasa a un sistema regulado que implica un conocimiento específico.

Cuatro de las siete instalaciones de Arauco fueron certificadas bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) de la ONU, lo que implica que se reconoce su contribución en la sustitución de emisiones de combustibles fósiles y, por esta vía, a mitigar la emisión de gases efecto invernadero. Gracias a esto, la firma del grupo Angelini comercializó un millón de Certificados de Reducción de Emisiones (CERs o bonos de carbono), obteniendo por este concepto ingresos por US$ 21,4 millones.

Sin embargo, no registra ventas desde el 2010. “Estamos esperando una mejora en los precios. Estas emisiones de carbono capturadas son acumulativas. Con la capacidad actual de las calderas, a mí me entregan un certificado que da fe que las emisiones se han reducido en un millón de toneladas al año”, explica Charles Kimber.

La caída en el precio ha sido notoria en lo que va del 2012, llegando a US$ 8,2 o menos por tonelada métrica, lo que contrasta con los US$ 21 de hace poco más de dos años.